Urdangarin y Torres pactan no inculparse, salvar a sus mujeres e incriminar a Miguel Tejeiro

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Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, hoy a su llegada a la sala de vistas (Foto: AFP)

La primera jornada de la declaración de Iñaki Urdangarin ha puesto en evidencia el triple pacto que ha alcanzado con su ex socio Diego Torres. La relación entre ambos llegó a romperse por completo durante la instrucción de la causa, cuando Torres advirtió que se había convertido en el chivo espiatorio, destinado a cargar con toda la responsabilidad de los delitos, en la estrategia de defensa dirigida desde la Casa Real.

Pero llegado el momento de la verdad, tras el inicio del juicio, los dos antiguos socios han sellado un acuerdo tácito para no inculparse mutuamente, salvar a sus esposas (la infanta Cristina y Ana María Tejeiro) y desviar las responsabilidades legales al ex secretario del Instituto Nóos, Miguel Tejeiro.

Este último punto es especialmente relevante, ya que tras su acuerdo con la acusación popular ejercida por la letrada Virginia López Negrete, Miguel Tejeiro ha abandonado el banquillo de los acusados para convertirse en el principal testigo de cargo contra Iñaki Urdangarin y Diego Torres.

El ‘testigo de cargo’ contra los dos principales acusados

Los conocedores de esta estrategia auguran que la declaración de Tejeiro dará un auténtico giro al curso del juicio. No hay que olvidar que, al pasar de acusado a testigo, el ex secretario del Instituto Nóos está obligado a decir la verdad ante el tribunal. Y en consecuencia, su testimonio puede ser utilizado para incriminar a otros acusados.

De este modo, el testigo protegido de la acusación popular, que conoce como nadie los entresijos del entramado legal creado para apropiarse de más de 6 millones de euros del Govern balear y la Generalitat valenciana, se ha convertido en una bomba de relojería para Urdangarin y Torres.

De ahí que ambos hayan decidido cargar contra él toda la responsabilidad de las irregularidades cometidas en el Instituto Nóos. Hasta ahora, las declaraciones de los dos principales acusados se han ajustado a este guión.

Durante sus cuatro jornadas de declaración, Diego Torres no dudó en implicar a la Casa Real, al afirmar que supervisaba todas las operaciones del Instituto Nóos “para verificar que no se hiciera algo mal”.

Torres apunta a la Casa Real

No decidíamos nada sin su consentimiento”, añadió. Torres aludió concretamente al «abogado del jefe del Estado» –el conde de Fontao, José Manuel Romero– y a un «alto funcionario de Hacienda», que revisaban la contabilidad del Instituto.

Diego Torres no dudó en cargar a Miguel Tejeiro toda la responsabilidad sobre lagestión del Instituto Nóos: «Gestionaba todos los temas tributarios, tenía toda mi confianza», recalcó. Cada vez que firmaba un documento, abundó, se limitaba a cumplir las instrucciones de Tejeiro.

En cambio, Torres intentó no perjudicar con su testimonio a la infanta Cristina: aseguró que su presencia en el Instituto Nóos no era un «gancho» para conseguir contratos de las Administraciones públicas y negó que tuviera cualquier conocimiento de la gestión de la sociedad.

También el fiscal Anticorrupción Pedro Horrach ha dedicado las primeras preguntas de su interrogatorio a Iñaki Urdangarin a intentar exculpar a la infanta Cristina. Y ha justificado esta actuación con unas sorprendentes palabras que han irritado a la presidenta del tribunal: «La función de la Fiscalía no es sólo acusar, sino oponerse a las acusaciones que estima infundadas».

Los empleados ‘fantasma’ de Aizoon

En su primera jornada de declaración, Iñaki Urdangarin ha sido fiel al pacto de «no agresión» alcanzado con Torres. Ha respondido con evasivas y ha apelado a su mala memoria a buena parte de las preguntas del fiscal, utilizando expresiones como «no me acuerdo», «han pasado muchos años desde aquello», «yo no me dedicaba a la gestión ni aprobaba las facturas» o «yo nunca negocié nada, no negocié ningún contrato».

Y ha afirmado categóricamente: «Yo no era un comisionista de nada». Pedro Horrach ha conseguido ponerle en apuros al demostrar que el grueso de las cantidades pagadas por el Govern balear y la Generalitat valenciana al Instituto Nóos iba a pasar a las sociedades particulares de Torres y Urdangarin. También a Aizoon, la sociedad de la que la infanta Cristina poseía el 50%.

En el punto más delicado de su declaración, al admitir que Aizoon tenía contratados a empleados ficticios que no realizaban ningún trabajo, Urdangarin ha optado también por culpabilizar a Miguel Tejeiro: «Nos lo aconsejó para cumplir determinados baremos fiscales».

Pero Urdangarin no ha dirigido ni una sola palabra de reproche a su ex socio Diego Torres, poniendo en evidencia una vez más el acuerdo tácito alcanzado entre ambos.

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